Insomnio infantil
ASPECTOS GENERALES
El insomnio es una patología muy frecuente en edad pediátrica (30% en niños menores de 5 años) que ocasiona una grave repercusión cognitiva, emocional y en el aprendizaje junto con una importante comorbilidad médica y afectación de la calidad de vida del niño y la familia.
Dormir toda la noche: necesita 3 requisitos: i. Un período continuado de sueño. ii. Horario de sueño nocturno coincidente con el resto de la familia. iii. Capacidad de volverse a dormir autónomamente tras los despertares fisiológicos
La Academia Americana de Medicina del Sueño define el insomnio infantil como: «Dificultad mantenida, a pesar de la oportunidad de dormir y en función de la edad, para iniciar o mantener el sueño˜ o su calidad que provoca alteraciones funcionales en el niño˜ y/o familia». Tardar más de 30 minutos en dormirse y/o despertares de más de 20 minutos de duración pueden ocasionar malestar clínicamente significativo y deterioro en el área social, familiar, académico u otras áreas.
FACTORES
Factores condicionantes: en el insomnio intervienen diferentes factores:
- Factor circadiano: melatonina y luz. El comienzo de la secreción nocturna de melatonina en condiciones de luz tenue (dim-light-melatonin-onset [DLMO]) precede aproximadamente 2 h al inicio del sueño. Los niños obligados a dormirse en un momento excesivamente cercano o lejano a su DLMO presentan latencias de sueño˜ más largas y mayor resistencia a acostarse.
- Factor homeostásico: siestas tardías. A mayor número de horas de vigilia previas, mayor facilidad para dormirse.
- Factor ambiental: luz, sonido y temperatura. La exposición a la luz durante la noche, unida a la escasa exposición a la luz durante las mañanas, lo favorece. El porcentaje de supresión de la secreción de melatonina en presencia de luz antes de acostarse en los niños ˜ alcanza el 88%.
- Factor educativo: hábitos de vida saludables. La rutina del sueño muestra relación directa dosis-respuesta entre hábitos de sueño y percepción de problemas.
- Factor neuroendocrino: cortisol. El déficit de sueño favorece niveles vespertinos elevados de cortisol.
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
Criterios diagnósticos según la Academia Americana de Medicina del Sueño:
Se deben cumplir los criterios A-F
A- El paciente refiere, o los padres/cuidador del paciente observan, uno o más de los siguientes: 1. Dificultad para iniciar el sueño
- Dificultad para mantener el sueño
- Despertar antes de lo deseado
- Resistencia a irse a la cama a un horario apropiado
- Dificultad para dormir sin la intervención de los padres/cuidador
B- El paciente refiere, o los padres/cuidador del paciente observan, uno o más de los siguientes relacionados con la dificultad para dormir durante la noche:
- Fatiga/malestar
- Alteración de la atención, concentración o memoria
- Alteración del rendimiento social, familiar, laboral o académico
- Alteración del humor/irritabilidad 5. Somnolencia diurna
- Problemas de conducta (p. ej., hiperactividad, impulsividad, agresividad)
- Disminución de la motivación, energía, iniciativa
- Predisposición para errores/accidentes 9. Preocupación o insatisfacción con el sueño˜
C- Las quejas de sueño/vigilia no pueden explicarse simplemente por una inadecuada oportunidad para dormir (es decir, asignación de tiempo suficiente para dormir) o circunstancias inadecuadas (es decir, el entorno es seguro, tranquilo y cómodo) para dormir
D- La alteración del sueño˜ y los síntomas diurnos asociados se producen al menos 3 veces por semana
E- La alteración del sueño˜ y los síntomas diurnos asociados han estado presentes durante al menos 3 meses
F- La dificultad de sueño/vigilia ˜ no se explica mejor por otro trastorno del sueño˜
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Existe insatisfacción con la cantidad o calidad del sueño referida como resistencia a acostarse, despertares frecuentes y/o dificultad para dormirse de forma independiente. La repercusión clínica se debe a la pérdida de sueño e incluye tanto alteraciones nocturnas como diurnas:
- Nocturnas: latencia de sueño mayor de 30 minutos, vigilia intrasueño mayor de 60 minutos, más de 3 despertares nocturnos o despertares de más de 20 minutos (que exigen atención de los cuidadores).
- Diurnas: somnolencia, dificultades en la atención y memoria, cambios en el humor, problemas conductuales (hiperactividad, impulsividad) y peor rendimiento escolar. También puede afectar al sistema cardiovascular, inmunológico y metabólico, con mayor riesgo de obesidad y alteración del crecimiento. Y, además, el insomnio infantil afecta a la calidad de vida familiar.
A menudo, el insomnio es el resultado de una asociación inapropiada o de unos límites inadecuados:
— Insomnio por asociaciones inapropiadas con el sueño: Resultado de dependencia a una estimulación específica con objetos o determinados ajustes para iniciar el sueño o volver a dormirse tras un despertar. Dormirse se asocia con una forma de estimulación (mecimiento), objeto (biberón) o ambientes (habitación iluminada, padres en la habitación o dormirse en la cama de los padres). Su ausencia condiciona las dificultades y su restablecimiento facilita el sueño. Se manifiesta como despertares frecuentes durante la noche, temores nocturnos o ansiedad para dormir solo. Se considera trastorno si: 1) las asociaciones son muy problemáticas y exigentes; 2) existen consecuencias diurnas y 3) requiere con frecuencia la intervención de los padres/cuidadores.
— Insomnio por ausencia de límites: Negación a acostarse reforzado por un inapropiado uso de límites. Puede producir despertares nocturnos, dependiendo de la respuesta de padres/cuidadores durante la noche.
— Insomnio por higiene inadecuada de sueño. El niño o los padres/cuidadores realizan actividades incompatibles con un sueño de buena calidad y una alerta normal por el día. Por ejemplo, siestas diurnas tardías, horario irregular, sustancias estimulantes, actividades mentales, emocionales o físicas excitantes y perturbadoras próximas a la hora de acostarse, ambiente inadecuado para dormir (ruidos, estimulación luminosa, TV, ordenador, etc.)
— Insomnio psicofisiológico. Niños ˜ mayores y adolescentes pueden presentar alteraciones del sueño derivadas de una hipervigilancia y/o asociaciones de experiencias previas. Tienen una preocupación exagerada con el sueño, miedo a dormir o a no ser capaces de dormir, temor a elementos de su habitación o recuerdos de experiencias negativas previas. Estos niños duermen mejor fuera de su entorno.
DIAGNÓSTICO
Fundamentalmente clínico, mediante información obtenida de padres/cuidadores y el niño.
– Historia clínica y exploración física:
Para valorar causas orgánicas y evaluar globalmente al niño y familia, con análisis del patrón de sueño y la vigilia durante las 24 h, horarios y cantidad de sueño, eventos del sueño, condiciones del entorno, educación, contexto familiar, etc.
– Agenda o diario de sueño:
Representación gráfica del ritmo de sueño-vigilia durante, al menos, 15 días. Es recomendable recoger la información con horario libre de sueño para objetivar el patrón de sueño “ideal”.
– Escalas y cuestionarios: Diferentes cuestionarios realizan un cribado general de sueño, alguno de ellos validado en español. Incuye el Brief Infant Sleep Questionnaire (BISQ), BEARS, Sleep Disturbance Scale for Children (SDSC).
– Polisomnografía (PSG) y actigrafía:
Estas pruebas son exploraciones complementarias y nunca sustitutos a la historia clínica. La PSG está indicada ante la sospecha clínica clara de trastorno respiratorio del sueño˜ (apneas), parasomnias atípicas, movimientos periódicos de las piernas, epilepsia nocturna o hipersomnias. La actigrafía monitoriza los movimientos corporales y evalúa el ritmo sueño y vigilia en el entorno natural del paciente durante varios días.
TRATAMIENTO
Aunque la farmacología ha sido muy utilizada, la terapia conductual (estrategias que ayuden a favorecer conductas adecuadas) tiene mayor aceptación y efectos más permanentes. Se aconseja un enfoque progresivo del insomnio:
– Higiene de sueño:
establecer rutinas estables previas al sueño con horarios regulares para acostarse y levantarse. No castigar al niño con irse a dormir, a la cama o a su cuarto. Favorecer la actividad física, evitándola a última hora del día. Evitar las pantallas durante la hora previa al sueño. Temperatura adecuada. Ambiente silencioso. No comer media hora antes del inicio del sueño, no tomar bebidas estimulantes y excitantes después del mediodía. Los hidratos de carbono y alimentos ricos en triptófano favorecen el sueño
– Tratamiento psicológico: intervención sobre toda la familia, analizando las conductas y las expectativas familiares.
– Tratamiento cognitivo-conductual:
evidencias científicas señalan que es el más efectivo y más utilizado en los programas de tratamiento del insomnio, con diferentes estrategias.
– Tratamiento farmacológico:
hay poca evidencia científica de su eficacia y seguridad a medio y largo plazo aunque se recomienda seguir ciertas reglas generales:
- Se debe considerar el uso de suplementos nutricionales (melatonina de liberación inmediata y de liberación prolongada, triptófano, hierro) y fármacos (antihistamínicos, otros).
- Su uso debe ser el más corto posible y a la dosis menor eficaz.
- El producto empleado se elige según las características del insomnio, la tipología del paciente y su entorno.
- El momento de la administración es importante.
- Control estrecho de los efectos secundarios, especialmente durante su retirada.
- Puede agravar otros problemas del sueño coexistentes (apneas).
- Precaución ante posibles interacciones con otros fármacos.
- Si estos no son eficaces, se debería derivar a unidades especializadas:
Respecto al uso de productos de fitoterapia, su uso está basado en la tradición, con escasas evidencias científicas. Los padres deben conocer la falta de estudios que demuestren la eficacia y seguridad de estas sustancias en niños y adolescentes, así como del desconocimiento de la dosificación, la susceptibilidad y los potenciales contaminantes.
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