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Hoy, día 13 de abril, se celebra el Día Internacional de los Trastornos Neurológicos Funcionales, unos de los trastornos más enigmáticos del cerebro.
Los trastornos neurológicos funcionales son una condición médica que se debe principalmente a una alteración en el funcionamiento del sistema nervioso más que a un daño estructural o degenerativo del mismo, como los que comúnmente se identifican en otras enfermedades neurológicas típicas (por ejemplo, el ictus o la esclerosis múltiple). Históricamente, los trastornos neurológicos funcionales han recibido numerosos nombres: conversivos, psicosomáticos, psicógenos o “médicamente no explicados”, y pueden ocasionar problemas del movimiento (temblor, trastornos de la marcha, distonía, etc), de la sensibilidad, problemas cognitivos o episodios parecidos a los que se pueden observar en las crisis epilépticas. Estos trastornos pueden afectar a personas de cualquier edad, incluyendo niños y ancianos.
El diagnóstico de los trastornos neurológicos funcionales se realiza en positivo, es decir, basándonos en las características clínicas de los síntomas que presentan los pacientes. Las pruebas complementarias convencionales que se solicitan (Resonancias Magnéticas, electroencefalogramas, electromiogramas, etc) no muestran alteraciones, pero esto no quiere decir que lleguemos al diagnóstico por exclusión. Aunque de manera clásica, estos trastornos se han entendido desde una visión puramente psicológica, hoy en día se conoce que los estresores psicológicos son factores de riesgo importantes que confieren vulnerabilidad a desarrollar estos trastornos, pero su presencia no es ni necesaria ni suficiente para el diagnóstico.
A pesar de ser la segunda causa de consulta en los Servicios de Neurología según algunos estudios, los trastornos neurológicos funcionales cuentan con un reconocimiento tanto público insuficiente (en los círculos médicos como entre la población general), y en muchas ocasiones son trastornos que se sufren desde la incomprensión y la soledad. Es importante señalar que estos pacientes pueden tener una discapacidad y un deterioro en la calidad de vida similar a la que producen otras enfermedades neurológicas como la enfermedad de Parkinson o la epilepsia. Desde el año 2012 se celebra el Día Internacional de los Trastornos Neurológicos Funcionales con la intención de apoyar a las personas afectadas e informar a la sociedad sobre su existencia para evitar el estigma que en muchas ocasiones generan. En este sentido, se han creado en los últimos años diferentes asociaciones de pacientes en otros países, y muy recientemente en nuestro país, así como recursos online para ofrecer información a los pacientes y familiares acerca de estos trastornos.
Los trastornos neurológicos funcionales se encuentran en la interfaz entre la neurología y la psiquiatría, y suponen el ejemplo más claro de que la visión dualista de la mente y el cerebro es insuficiente. Los avances neurocientíficos que han tenido lugar en las últimas décadas han influenciado claramente la manera en que estos pacientes son diagnosticados y tratados. Cada vez se conoce más acerca de los factores biológicos, sociales y psicológicos que pueden actuar como predisponentes, precipitantes y perpetuantes de los síntomas. Todo ello ha generado un punto de inflexión en la actitud hacia ellos y ha evidenciado la necesidad de trabajar en equipo (médicos de familia, neurólogos, psiquiatras, psicólogos y equipos de rehabilitación física) para remar junto a los pacientes y alcanzar del objetivo común final: mejorar la calidad de vida de estos pacientes.
https://www.neurosintomas.org/
El Programa de Trastornos del Movimiento Funcionales, del Hospital Ruber Internacional de Madrid, cuenta con una Unidad de Trastornos Funcionales del Movimiento, Unidad pionera en España.
Dra Isabel Pareés, responsable Unidad de Trastornos Funcionales del Movimiento
Dra Mónica Kurtis, Directora del Programa de Trastornos del Movimiento