Se han publicado los resultados de diferentes estudios longitudinales sobre el posible efecto protector que la actividad intelectual y el ejercicio físico pueden tener sobre las funciones cognitivas. Los resultados apoyan el efecto preventivo de estas actividades, aunque también hay algún estudio que no lo ha evidenciado.
En un estudio realizado en la Universidad de Gotemburgo (Suecia) publicado recientemente se han analizado los resultados del seguimiento de un grupo de 800 mujeres de edades entre 38 y 54 años (media 47 años) desde 1968 a 2012. En el momento en el que se inició el estudio se valoraron las actividades cognitivas (artísticas, intelectuales, manuales, religiosas y sociales) y físicas. En las siguientes décadas se evidenció que 194 de los participantes en este estudio desarrolló una demencia (194 casos)[1].
El análisis de los resultados del estudio sugiere que las actividades cognitivas y físicas, de forma independiente, se asocian con una disminución del riesgo de demencia. Estos resultados aportan datos sobre la importancia que pueden tener estas actividades realizadas en la edad media de la vida, en la prevención del deterioro cognitivo en la edad avanzada.
Autor: Oriol Franch
[1] Najar J et al. Neurology 2019; 92: e1322-e1330. doi:10.1212/WNL.0000000000007021