Desde el inicio de la epidemia por Covid19, hasta principios de mayo de 2020, se han notificado más de cuatro millones de casos en todo el mundo. Los síntomas y signos más frecuentes son fiebre, tos seca, astenia, anosmia y disnea. El 30% de las personas con COVID19 requieren ingreso hospitalario y un 4% se consideran en estado crítico, definido como la necesidad de ventilación mecánica u otro criterio de ser atendidos en UCI.
Los avances desarrollados en los últimos años dentro del campo de la Medicina Intensiva han aumentado de forma significativa la supervivencia de pacientes con enfermedades críticas.
Hasta un 50% de pacientes con enfermedades críticas, van a presentar lo que se conoce como síndrome post-cuidados intensivos (UCI), que cursa con debilidad en extremidades, alteraciones cognitivas y/o trastornos del ánimo, que no estaban presentes antes del ingreso o que se han exacerbado.
Este síndrome tiene una importante repercusión en la calidad de vida de las personas, dado que se ha visto que un año después del ingreso en UCI, el 30% de personas no puede retomar a su trabajo habitual y un 25% va a requerir ayuda para las actividades básicas como el vestido o el aseo.
En el artículo titulado “Covid-19 and Post Intensive Care Syndrome: A Call For Action”,
publicado en abril de este año, en el Journal of Rehabilitation Medicine, médicos de Servicios de Rehabilitación de hospitales en Suiza y Holanda, alertan de la necesidad de prepararnos para poder atender al aumento del número de pacientes con este síndrome secundario a Covid-19 y evitar que las Unidades de Rehabilitación se colapsen como ha ocurrido con las UCIs.
Factores como la edad avanzada o determinadas enfermedades previas como el deterioro cognitivo, enfermedades neuromusculares o patología psiquiátrica aumentan el riesgo de padecer este síndrome.
También se ha relacionado con aspectos derivados de la estancia en UCI como la necesidad de ventilación mecánica y su duración, el síndrome de distrés respiratorio agudo, la sepsis, el uso de algunos fármacos (sedantes, corticoides, bloqueantes musculares) o la inmovilización prolongada.
Los síntomas más frecuentes del síndrome post – uci se clasifican en 3 grupos:
- Síntomas motores, que en función de la severidad pueden ir desde una leve torpeza para caminar con caídas hasta la parálisis de las 4 extremidades. Se debe a una afectación de los nervios periféricos y/o de los músculos, conocida como la polineuropatía-miopatía del paciente crítico. En ocasiones esta debilidad puede extenderse a los musculatura facial y faríngea provocando dificultad para tragar (disfagia).
- Síntomas cognitivos que incluyen problemas de atención, concentración, fallos de memoria o disfunción ejecutiva. Estos síntomas pueden limitar de forma significativa la autonomía de la persona (ej. pueden olvidar las tomas de medicación o tener dificultad para realizar tareas cotidianas). En mucha ocasiones, como los síntomas motores son más llamativos, no se presta la adecuada atención al diagnóstico y tratamiento de estos síntomas cognitivas.
- Trastornos del ánimo como la ansiedad, depresión o incluso el síndrome de estrés post-traumático. Pueden cursar con irritabilidad, inquietud, fatiga, tristeza, insomnio y/o pérdida de apetito.
El diagnóstico del síndrome post-UCI es fundamentalmente clínico, basado en los antecedentes médicos del paciente, la exploración neurológica y la realización de un estudio neuropsicológico con test estandarizados que evalúan el estado cognitivo y emocional. En ocasiones, se completa el estudio con un electromiograma para valorar la polineuropatia-miopatia del paciente crítico.
Este síndrome puede afectar a pacientes que han sido ingresados en cuidados intensivos por covid19.
El tratamiento se basa en medidas preventivas y en el inicio precoz de la rehabilitación. Dentro de las medidas preventivas es importante reducir en lo posible el uso de algunos fármacos (ej. corticoides, sedantes) y vigilar el estado nutricional de la persona para evitar la desnutrición. Diversos estudios evidencian que la rehabilitación física, no sólo facilita la recuperación motora, sino que también disminuye los problemas cognitivos, las alteraciones del ánimo y mejora de forma significativa el grado recuperación funcional que alcanzan las personas con síndrome post-UCI.
Este tratamiento comienza con movilizaciones durante la estancia en UCI y con frecuencia se continúa tras el alta hospitalaria. Es un tratamiento multidisciplinar, en el que participan de forma coordinada médicos intensivistas, neurólogos, psiquiatras y equipos de rehabilitación. Cada paciente va a precisar un tratamiento individualizado en función de los síntomas que presente.
El fisioterapeuta y el terapeuta ocupacional tratarán los síntomas motores, el logopeda los problemas para tragar o para hablar y el neuropsicólogo los síntomas cognitivos.
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Autor: Dra. Elena Riva Amarante. Mayo 2020.