Con motivo del Día Mundial del Sueño, la Dra. Laura Lillo, especialista en Medicina del Sueño y una de las responsables del Programa de Medicina del Sueño del Servicio de Neurología del Hospital Ruber Internacional de Madrid, ha querido compartir esta colaboración en nuestro Blog.
Día Mundial del Sueño
La necesidad de sueño es una característica individual. De media, un adulto necesita dormir entre 7-8h/noche, pero hay personas que necesitan más horas, y otras que con menos horas de sueño se sienten descansados. Por tanto, no hay una norma general, cada uno necesita dormir tanto como sea necesario para encontrarse descansado al día siguiente.
La actual sociedad, que se ha venido a denominar 24/7, es decir, 24h activos, los 7 días de la semana, favorece la estimulación continua, y minimiza la necesidad de descansar y dormir. La disponibilidad permanente de actividades y entretenimiento, favorece la prolongación de la vigilia, por lo que cada vez es más frecuente la privación de sueño. Hablamos de privación de sueño cuando una persona duerme menos de lo que necesita. Esta práctica, tiene importantes consecuencias para la salud.
Tras una noche de privación de sueño, comenzaremos a presentar somnolencia, lo que reducirá nuestra atención, aumentará el tiempo de reacción y la comisión de errores, aumentando el riesgo de sufrir accidentes laborales, domésticos y de tráfico. La privación de sueño afecta de manera selectiva al hipocampo, la región cerebral responsable de la memoria. Por ello, se verá reducida la capacidad de aprendizaje, y la memoria a largo plazo. También nuestro ánimo y conducta se verán afectadas por la falta de sueño, los estudios muestran un aumento de la irritabilidad e impulsividad. Incluso nuestro apetito se modificará, mostrando mayor deseo de consumir alimentos altamente calóricos.
Si la falta de sueño se mantiene a largo plazo, el deterioro del rendimiento cognitivo se va acumulando, aunque el nivel de somnolencia se reduce, por lo que los individuos no son conscientes de sus déficits cognitivos. Dada la importancia del sueño en el control endocrino y metabólico, la privación de sueño crónica produce una cascada de alteraciones endocrinas, favoreciendo el desarrollo de hipertensión, y resistencia a insulina (el paso previo a la diabetes mellitus). Se altera también la secreción de las hormonas reguladoras del apetito y la saciedad, aumentando la grelina, que estimula el apetito, y reduciéndose la leptina, que induce la sensación de saciedad, por lo que la reducción en las horas de sueño se relaciona con un aumento de peso. Todos estos cambios, han demostrado aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Durante el sueño se regula también la respuesta inmune, en este sentido los estudios en sujetos privados de sueño han mostrado una reducción de la respuesta inmune ante infecciones, o vacunaciones.
Por todo ello, los estudios a largo plazo han mostrado que la reducción crónica de sueño, por debajo de 6h /noche, aumenta el riesgo de mortalidad por cualquier causa.
Por tanto, la mejor manera de proteger nuestros sistemas cognitivo, anímico/conductual, cardiovascular, metabólico, e inmunológico, es un sueño adecuado en duración y calidad.
Dada la relevancia de los trastornos del sueño, tanto a corto como a largo plazo, ante cualquier síntoma que perturbe nuestro sueño, lo mejor es solicitar valoración por un especialista en sueño. Con un adecuado diagnóstico y tratamiento de los trastornos del sueño, favoreceremos la salud tanto a corto como a largo plazo.
AUTORA:
Dra. Laura Lillo
Programa Medicina del Sueño